Duelo

Nociones del duelo multidimensional

¿Qué es el duelo?

El término duelo está relacionado con el verbo castellano doler, registrado hacia el año 1140, que a su vez se deriva del verbo latino dolere. Y, más específicamente, duelo, se deriva etimológicamente del latino tardío dolus, dolor, hacia el año 1140[1]. Algunos lo asocian a duelo, desafío, combate entre dos[2].

En la lengua castellana, a diferencia de otras lenguas[3], bajo el vocablo duelo se encuentra una rica gama de significados[4]:

  • La situación de pérdida, privación o muerte.
  • El mundo vivencial que encubre.
  • El conjunto de síntomas que desencadena.
  • La actitud y modalidad de afrontamiento.
  • El proceso y el tiempo empleado en la elaboración.
  • El conjunto de fenómenos (internos y externos, individuales y sociales) que intervienen.
  • Las manifestaciones personales y sociales (duelo-luto[5]).
  • El resultado de elaboración con su tipología.
  • La impronta social-cultural del fenómeno.
  • El campo específico de una reflexión científica.

Duelo, fenómeno universal, al parecer necesario y sufriente, es el estado, vivencia, actividad, actitud, proceso y resultado ante la reacción espontánea y natural que en una persona provoca el sufrimiento producido por:

  • Pérdidas y privación, que pueden ser múltiples[6]:
  1. a) De bienes materiales: objetos y bienes económicos.
  2. b) De bienes inmateriales: libertad, prestigio, posición social, identidad personal, autoestima, ilusiones, honor, verdad, posibilidades, raíces culturales, patria, trabajo, bienes axiológicos (valores), crisis espirituales-religiosas.
  3. c) De la propia corporeidad: salud, integridad corporal y capacidades. También a la hora de afrontar las etapas evolutivas de la propia existencia[7].
  4. d) De contactos, vínculos y relaciones afectivas: alejamiento o separación parcial/definitiva de alguien vinculado a través de lazos afectivos de compañerismo, amistad, amor, familiaridad, matrimonio (separaciones).

2- Carencia / Omisión de lo que no se pudo tener, ser, hacer, vivir, amar o ser amado y/o se dejó de hacer.

3- Conflictos relacionales que con sus causas, circunstancias, formas y consecuencias (entre ellas la “dificultad-imposibilidad” de perdonar[8]) abren profundos surcos de sufrimiento que hay que elaborar.

4- Crisis existenciales que hacen entrar en el “duelo a-virtuoso”, como es, entre otras, la crisis de esperanza[9].

5- Muerte de seres queridos y la propia muerte[10].

 Desde que nacemos estamos expuestos a la posibilidad  de pérdidas, privaciones, sufrimiento y muerte. El duelo, pues, es connatural al ser humano. Es una experiencia primordial de quien se relaciona, ama, se apega afectivamente y debe decir adiós. «La vida terrena es continuo duelo», comentaba con agudeza santa Teresa de Jesús, porque «El amor mundano/ apega a esta vida»[11]. Y no hay que olvidar la aguda observación de A. Grün: «El duelo nos demuestra que permanecemos siempre detrás respecto al ideal de nuestra vida»[12]. La sensatez de estas reflexiones también nos alerta del “pan-duelismo”, es decir, considerar que todo sea duelo en la vida; que cada cambio, pérdida, privación o muerte tenga que agitar nuestra existencia; y que detrás de cada situación que nos contradiga haya que empezar un proceso de elaboración.

[1]     Derivado de doler, encontramos doliente, año 1220-1250. Dolorido, hacia el año 1220-50. Dolencia: hacia el año 1295. Dolido, dolor: hacia el año 1140, del latín dolor-oris. Doloroso: hacia el año 1335. Duelo, hacia el año 1140, del latino tardío dolus, dolor. Condoler, se registra en el siglo XIII, según J. Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Gredos, Madrid 2005 (3 edic. 12 reimpres.), 219.

[2]     Se sugiere que el término duelo pueda estar ligado a un tipo de contienda, etimológicamente tomado del bajo latín duellum, alteración de sentido (por influjo de dúo, dos) del latín duellum, guerra (variante arcaica de bellum). Duelista es un derivado. De todas formas, esta acepción surge hacia 1565 (quizá mediados del siglo XV), según J. Corominas, Breve diccionario etimológico, 221.

[3]     La lengua inglesa, en cambio, con amplia reflexión en este campo, dispone de una variedad de términos: loss (situación o  estado de pérdida o muerte), mourning (espacio temporal de registro y expresión de la          pena), breavement (la reacción, conjunto de fenómenos psicosociales en el proceso   tras la pérdida), grief (pena, aflicción, el componente afectivo en el duelo, experiencia de sufrimiento), task of mourning,  working-throught (trabajo de duelo). En la lengua alemana, trauern, es afín al gótico driusan, caer. Por sus orígenes, significa: derrumbarse, encontrarse exhausto, sin fuerzas, sentir faltar la tierra bajo los pies. En italiano tenemos los términos lutto y cordoglio (dolor del corazón). En lengua francesa se habla de faire le deuil, porter le deuil, être en deuil.

[4]     Duelo para la Real Academia significa: “1- Dolor, lástima, aflicción o sentimiento. 2- Demostraciones que se hacen para manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguien. 3- Reunión de parientes, amigos o invitados que asisten a la casa mortuoria, a la conducción del cadáver al cementerio o a los funerales. 4- Fatiga, trabajo” (DRAE, 2015).

[5]     El vocablo luto, se registra en castellano hacia el año 1335, tomado del latín luctus-us, derivado de lugere, llorar, lamentarse. Sus derivados: luctuoso, enlutar, enlutado. Según DRAE 2015, luto es el signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona. Vestido de negro que se usa por la muerte de alguien. También duelo, pena aflicción. Se conocen las expresiones: estar de luto e ir de luto.

[6]     Ya la milenaria literatura clásica reconoce que no es sólo la muerte la que conduce a un duelo, sino una variedad de pérdidas, carencias, privaciones, conflictos, u omisiones. Así, por ejemplo, la célebre Carta a Helvia, escrita por Séneca para su madre, es para consolarla en su duelo por el destierro del hijo. Freud lo resaltó precisando que también aspectos valiosos considerados valores como la patria, libertad, ideales u “otras abstracciones” vitales pueden terminar en duelo, en Duelo y melancolía, (1917), Amorrotu, Buenos Aires 1976, 241.

[7]     El término “duelo evolutivo”, haciendo alusión a las “pérdidas internas” que se van sucediendo en el recorrido de la existencia, es acuñado por C. Cobo Medina, El valor de vivir, Libertarias, Madrid 1999, 94-95. Séneca afirmaba: «Todos los días morimos, porque todos los días se pierde una parte de nuestra vida, y cuando crecemos también decrece la vida», en Epístolas morales a Lucilio, Carta 23, Gredos, Madrid 1989, vol. II, 162. El poeta y premio nobel J. R. Jiménez declara: «¿Por qué este espanto de la muerte? ¿No morí ya niño, no morí adolescente, no morí joven?», en La Muerte, Seix Barral, Barcelona, 133.

[8]     Por ello se puede hablar con propiedad del duelo del perdón, cfr. M. Bautista, El duelo del perdón, san Pabo, Madrid 2018.

[9]     El duelo por crisis de esperanza puede concluir en una severa depresión y hasta en suicidio.

[10]   En el desarrollo de esta tesis nosotros diferenciaremos nítidamente: pérdida (de bienes materiales e inmateriales), privación (de relaciones afectivas, contactos o vínculos) y muerte (de personas).

[11]   En “Ayes del destierro”, estrofas 6 y 5.

[12]   A. Grün., Vivere il lutto significa amare. Vivere le nostre relazioni al di là della morte, Queririana, Brescia 2015, 15.