Grupo Resurrección

HAY RESURRECCIÓN EN CRISTO JESÚS

Estamos aquí,
deja que fluyan tus lágrimas.
Si hasta Jesús lloró por amor.
No te guardes el dolor.

Siente nuestro abrazo,
es Dios Padre que te abraza,
y al oído te susurra con amor:
“No temas, hay Resurrección”.

Hay Resurrección en Cristo Jesús.
Vida eterna en plenitud.
Lo dijo Jesús: hay Resurrección.
Y Él fue a prepararnos una habitación.

Lágrimas caen porque ha emprendido viaje,
pero lleva repleto el equipaje.
¡Bellos momentos compartidos!
Queda el tesoro de todo el tiempo vivido,
de las sonrisas y penas que sembramos.

¡A caminar con fe a lo largo del camino!
Hay Resurrección en Cristo Jesús.
Vida eterna en plenitud.
Lo dijo Jesús: hay Resurrección.
Y Él fue a prepararnos una habitación.

(Letra y música: José Luis Melgar. Intérpretes: José Luis Melgar y Verónica Aguilera).

MOTIVOS DE LA CREACIÓN

En 1993 se impulsó la creación del Grupo Parroquial de Mutua Ayuda “Resurrección” con el fin de crear un espacio sólido de contención emocional y de evangelización en uno de los momentos más críticos de la existencia de las personas: la muerte del hijo.

Si la centralidad de nuestra fe es la esperanza nacida de la Resurrección de Cristo, ¿cómo la Iglesia puede dejar de ser “Madre y Maestra” para sus hijos los fieles que tienen que afrontar el mayor sufrimiento existencial de su vida?

Se ideó un espacio pastoral con una gran visión eclesial: ser un instrumento útil para la comunidad parroquial con perspectivas de mira hacia la Iglesia diocesana e interdiocesana (Conferencia episcopal).

Esta iniciativa pastoral se enmarcó en las líneas pastorales de la naciente Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud. Reiteramos que no se piensa en un grupo meramente terapéutico, con “orientación” cristiana, “propiedad” de una institución eclesial o grupo de personas.

Nace desde la pastoral parroquial, del seno de la Iglesia, en la Iglesia, para la Iglesia, como un proyecto de Iglesia.

Otras razones inmediatas de la formación del Grupo Parroquial de Mutua Ayuda en Duelo “Resurrección” fueron:

  1. Inexistencia de una acción pastoral de duelo completa (ni siquiera se usaba el término “pastoral del duelo”) que diera continuidad de acompañamiento ante la grave situación de la muerte de un hijo, después de la celebración de los funerales, pues se veía la necesidad de continuar acompañando a los dolientes, más directamente y continuamente, al menos durante un año.
  2. Los fieles católicos, ante tal carencia, emigraban a otras instancias ajenas, indiferentes o contrarias a nuestra fe.
  3. Algunas de esas instancias funcionaban en las parroquias, sin ningún fin evangelizador, aprovechando la gratuidad de los locales y la asistencia de los mismos fieles. Algunos grupos utilizaban hasta el “medium”.
  4. La ausencia de esta temática en las prédicas, catequesis y charlas de la parroquia.
  5. La carencia de formación específica “ad hoc” en el clero y agentes pastorales. El acompañamiento pastoral específico en duelo no se solía tratar en la formación impartida en el seminario.
  6. Los párrocos ante esta situación “derivaban” a psicólogos o médicos, como si el acompañamiento en esta situación fuera meramente clínico y no intrínsecamente ligado a la acción sanante-salvífica de la Iglesia.
  7. La falta de información y de publicaciones adecuadas para impulsar y realizar esta pastoral, tanto a nivel pedagógico como de recursos pastorales.
  8. La ausencia de esta Pastoral del Duelo daba pie a que otros cultos ejercitaran el proselitismo (ocupando el espacio pastoral dejado por la Iglesia) y degradaran la fe católica que “descuida a la gente cuando se le muere un hijo”.
  9. Otra razón no desdeñable era ésta: no pocos párrocos, con celo pastoral, acompañaban personalmente, por largo tiempo, a personas en duelo (acompañamiento individual). Esto supone un auténtico agotamiento personal, dadas las exigencias de acompañamiento que implica esta pastoral.
  10. Las acciones pastorales de acompañamiento individual no eran vistas por los fieles (ni por los dolientes) como una acción pastoral evangelizadora de la comunidad eclesial, sino como un acompañamiento caritativo personal de un sacerdote a título particular. De hecho, las acciones pastorales individualizadas nunca generaron una conciencia de que la Iglesia necesita esta pastoral asumida por toda la comunidad.

EL IDEARIO

He aquí el Ideario de GRUPAMAD que se lee y medita comunitariamente al inicio de cada encuentro. Su finalidad es recordar en cada encuentro la finalidad del GRUPAMAD y la responsabilidad y actitud que se deben tener ante uno mismo, los compañeros y ante el duelo en general, considerando siempre el avance en las seis dimensiones de la persona:

«Creemos que el secreto de la muerte hay que buscarlo en la VIDA,
por eso venimos para elaborar positivamente nuestro duelo,
para encontrarnos con sentido ante el misterio de la muerte de nuestro ser querido.
Creemos necesario querer ayudarse a sí mismo, dejarnos ayudar por los compañeros y ayudar a quien transita por la senda del sufrimiento.
Agradecemos el apoyo de este grupo de mutua ayuda, RESURRECCION,
y nos comprometemos a participar activamente en él,
a respetar las ideas, creencias y tiempos de los compañeros. Mantendremos prudentemente el sigilo
y mostraremos siempre una actitud de servicio.
Pedimos fuerzas a Jesús que sufrió, elaboró su duelo, murió y resucitó;
primicia de la Resurrección de nuestros seres queridos y de la nuestra, para continuar en el camino de la primavera de la vida.

ENTRADA Y PARTICIPACIÓN

Antes de ingresar al grupo, el sacerdote ha acogido con empatía a los padres en duelo, teniendo una entrevista donde se les permite desahogarse extensamente.

El sacerdote ora con los dolientes, les anima en su proceso de duelo, les invita a participar más activamente de la comunidad parroquial y especialmente con el GRUPAMAD “Resurrección”.

Se realiza un segundo encuentro en el que interviene, junto a los dolientes y al sacerdote, el coordinador/a del GRUPAMAD “Resurrección”, quien, tras presentarse brevemente (es una persona que vivió la muerte del hijo, hizo el proceso de duelo grupal por un año y recibió formación adecuada), permite el desahogo de los padres y explica qué es el grupo, su finalidad, los miembros que participan, temas que se tratan, modalidad de cada encuentro, periodo de duración y demás información pertinente.

Antes de iniciar el grupo sus encuentros comunitarios, el coordinador recibe de nuevo personalmente a los que van a participar para familiarizarse con el duelo de los dolientes, permitir un nuevo desahogo emocional y animar a participar activamente en el GRUPAMAD, a no desanimarse, a ser constantes en la asistencia, lo más activos posibles, insistiendo que es un grupo de “mutua ayuda”, donde se da y se recibe.

Brevemente, el coordinador/a relatará su experiencia de duelo y cómo le ayudó a él/ella y a su familia participar del GRUPAMAD. En la despedida se ora pidiendo la gracia de Dios para este proceso lento y doloroso, pero fructuoso.

Finalmente, antes de comenzar un nuevo GRUPAMAD se imparte una charla abierta invitando a participar en ella a los dolientes, a su familia y vínculos, abierta a toda la comunidad parroquial.

La duración del GRUPAMAD es de 9 meses: de marzo hasta la última semana de diciembre, siempre después de Navidad.

MODALIDAD DE UN ENCUENTRO

1- La recepción. El coordinador recibe cordialmente a los participantes, creando un clima distendido, facilitando información, interesándose por las personas…

2- Lectura del Ideario. Se hace al unísono.

3- Escucha de la Canción “Hay Resurrección en Cristo Jesús”. Silencio meditativo y oracional.

4- Recordando. Un miembro del grupo y el coordinador/a sintetizan lo más destacable de la última sesión.

5- Desde el último encuentro. El coordinador invita a todos los miembros a que expongan cómo transcurrió su duelo desde el último encuentro. El coordinador estará al tanto para animar delicadamente a pronunciarse a los más tímidos o reservados.

6- El tema. El coordinador presenta brevemente el tema ya anunciado en el encuentro anterior, y que los participantes han debido leer y meditar para el diálogo grupal.

7- Intercambio de vivencias y opiniones. Una ronda de participación. Los participantes no se dirigen exclusivamente al coordinador, sino a todo el grupo: el verdadero protagonista. El coordinador animará la intervención de todos y cada uno, procurará que nadie acapare el tiempo, que no se interrumpan las palabras de algún miembro por parte de otro, agilizará el diálogo interactivo y que se respeten las opiniones de todos.

8- Síntesis. El coordinador sintetiza las principales ideas expuestas. Valoriza el encuentro y la participación activa. Destaca el progreso del grupo. Deja siempre unas propuestas de lecturas o tareas que ayudarán personalmente a los participantes a seguir elaborando el duelo y presenta el tema a tratar en el próximo encuentro . Invita a los participantes a que durante la semana se regalen (y regalen) una caricia positiva. Se dan avisos.

9- Sugerencias empáticas. Cada miembro del grupo elige a un compañero como destinatario de su “refuerzo positivo”, ánimo empático o aporte de alguna sugerencia para facilitar su proceso de duelo. Este aporte es muy conciso en contenido y tiempo. Breve momento de silencio grupal para que cada doliente reflexione sobre lo recibido del compañero.

10- Meditación, oración y cadena de apoyo. El coordinador dispone de unos minutos en silencio para la meditación de lo tratado en el encuentro . A continuación: lectura bíblica y tiempo de oración personal y en común. Se concluye con una cadena de apoyo.

TEMAS Y OBJETIVOS DE LOS ENCUENTROS

1- Tema: ¡Es un sufrimiento desgarrador! Objetivo: libertad de expresión de las emociones y sentimientos.

2- Tema: El valor de venir. Objetivo: ¿Por qué vengo? ¿Para qué vengo? Lo que es y no el duelo.

3- Tema: “¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?” Objetivo: libertad a las preguntas.

4- Tema: La extrañeza. Objetivo: Lo que más cuesta.

5- Tema: La bronca. Objetivo: Liberar las emociones.

6- Tema: La difícil aceptación. Objetivo: Aceptación o resignación.

7- Tema: Siento culpa. El perdón. Objetivo: Sanear la conciencia.

8- Tema: Los miedos y las ideas insanas. Objetivo: los temores en el duelo.

9- Tema: Sus cosas. Objetivo: ¿Qué hacer con ellas?

10- Tema: Caricias positivas. Objetivo: cuidar la autoestima. Evitar el egocentrismo.

11- Tema: El duelo y el matrimonio. Objetivo: Individualidad y comunión.

12- Tema: Los hijos hacen su duelo. Objetivo: ¿Cómo ayudarlos?

13- Tema: Con los amigos, vínculos y trabajo. Objetivo: Cómo hablar y aprovechar los vínculos sociales.

14- Tema: Evaluando el proceso del duelo. Objetivo: Los avances y dificultades.

15- Tema: ¿Por qué sufrimos? Objetivo: La raíz del sufrimiento.

16- Tema: ¿Dónde está mi ser querido muerto? Objetivo: El duelo desde las dos orillas.

17- Tema: Ir al cementerio. Objetivo: El proceso del sano desapego.

18- Tema: Creo en la resurrección. Objetivo: Jesús y la vida eterna.

19- Tema: La fe, la esperanza y la caridad en el duelo. Objetivo: ¿Cómo está mi fe y relación personal con Dios?

20- Tema: El amor es de ida y vuelta. Objetivo: Purificar el amor egocéntrico.

21- Tema: Las fechas, encuentros y lugares temidos. Objetivo: Las asignaturas pendientes.

22- Tema: El camino del duelo. Objetivo: Evaluar el proceso del duelo.

23- Tema: La vida y la muerte. Objetivo: El legado del sufrimiento.

24- Tema: Los proyectos de vida. Objetivo: La vida con entusiasmo.

25- Tema: Encuentro de familias. Objetivo: El duelo nos unió.

26- Tema: Encuentro con la comunidad parroquial. Objetivo: La comunidad de fe y de terapia.

27- Tema: Dar de lo recibido. Objetivo: ¿Qué voy a hacer por la comunidad?

28- Tema: Concluye el proceso de duelo en grupo. Objetivo: la caja de herramientas invisibles para los momentos difíciles.

29- Tema: Con amor agradecido. Objetivo: Diciendo adiós.

30- Celebración de un camino transitado.

LOS COORDINADORES

La coordinación del GRUPAMAD compete a sacerdotes, diáconos permanentes , religiosas y laicos que:

1- Tengan experiencia personal y vivida del proceso de duelo.

2- Se identifiquen con la pastoral del duelo.

3- Se hayan formado holísticamente en las seis dimensiones de la persona que recorre el duelo.

4- Se hayan capacitado en las dinámicas y técnicas de la relación de ayuda.

5- Estén dispuestos a dar continuidad al ministerio iniciado. Los fieles que son profesionales de las ciencias de la salud o de otras afines también están llamados a coordinar, siempre que cumplan con los requisitos anteriores y se sientan “vocacionados” a este ministerio gratuito, cuenten con carácter filantrópico, estén “enganchados” en esta temática, dispongan de formación cristiana y específica en el duelo a nivel multidimensional y entren en la dinámica propia de los grupos de mutua ayuda. Y, por supuesto, coordinan el GRUPAMAD los dolientes que ya hayan elaborado su duelo, participado de los encuentros del Grupo, cuenten con habilidades relacionales y se hayan capacitado intelectualmente para ello . Los coordinadores han de saber que es óptimo que el Grupo pueda ser asesorado periódicamente por profesionales que faciliten una mayor objetividad a la hora de afrontar y gestionar sentimientos y temas que afectan de cerca a sus miembros. Sus intervenciones pueden ayudar al aprendizaje de modalidades eficaces de apoyo mutuo . El coordinadora/a, que representa a toda la comunidad parroquial, no actúa en nombre propio. Ocupa su rol específico. No es un miembro más del grupo, porque ya elaboró su duelo, pero “está unido empáticamente” a los participantes por haber transitado el mismo recorrido.

Éste es el perfil del coordinador del GRUPAMAD:

  • Muy humano y humanizador.
  • Conocedor de la psicología humana.
  • Respetuoso de los ritmos y procesos de cada uno.
  • Con gran actitud de escucha y empatía.
  • Con mucho criterio, discreto y ecuánime.
  • Experimentado por haber vivido una experiencia de duelo y haberla resuelto.
  • Perito en la dinámica del duelo.
  • Dedicación temporal necesaria.
  • Dispuesto a recibir información y formación permanentes.
  • Buen facilitador de las relaciones humanas.
  • Amante del trabajo en equipo.
  • Prudente con el sigilo.
  • Atento para promover la participación más activa de los más tímidos e inhibidos.
  • No buscar protagonismo, ni caer en la tentación del mesianismo.
  • Disciplinado en sus compromisos.
  • Humildad, paciencia y perseverancia.
  • Tenacidad para hacer frente a los momentos delicados y difíciles del grupo.
  • De gran experiencia de Dios y sentido eclesial.
  • Con preparación bíblica y teológica.
  • De mucha esperanza .