En el fenómeno del duelo es importante considerar el factor tiempo.
- En primer lugar, la edad de los dolientes. En el duelo por muerte, en relación a los niños, hay que considerar entre otras cosas, según sea su edad y madurez evolutiva, cómo ellos conciben la muerte. Por su parte, la adolescencia es una etapa crítica de identidad, donde no encaja la muerte. La juventud vive “des-pistada” de ella. Los adultos la ven todavía lejana.
- La experiencia de duelos vividos. Cuando las personas a lo largo de su vida han visto cómo otros elaboran el duelo y ellas mismas lo han hecho, se puede ir adquiriendo una cierta “actitud” y resiliencia de elaboración.
- Se suele oír que en el proceso del duelo “duele hasta el tiempo”: se sufre por el pasado, el presente y el futuro. Los sufrimientos intensos hacen “coetáneos”, por un lado, y trastocan, por otro, la triada: pasado, presente y futuro. Hay duelos en los que hay mucha intensidad, presencialidad y duración del vector “tiempo pasado” (el presente del pasado). Esas características disminuyen en el vector “tiempo presente” (presente del presente), y en el vector “tiempo futuro” (el presente del futuro) se hacen ambivalentes, pues por un lado se acentúan considerando un futuro reencuentro y/o vida de eternidad con el muerto, y por otro lado se achican por el peso del recuerdo y por la despreocupación a la hora de proyectarse de nuevo en la vida.
- Ya en la literatura clásica sobre el duelo se hace mención de las pérdidas del pasado, presente y futuro considerando dos acepciones: a) Duele la añoranza de lo perdido en el pasado, lo que se está perdiendo en el presente y lo que se teme perder en el futuro. b) En el duelo por muerte de seres queridos, se habla de pérdidas según un criterio de significación y proyección de vida. Así, hay pérdidas del pasado (muerte de los padres), del presente (muerte del cónyuge, amigos) y del futuro (muerte de hijos)[53].
- El factor tiempo lo podemos encontrar también en el mecanismo de la negación, que es la incapacidad del individuo para asimilar la muerte. La persona se ha sentido desbordada por el acontecimiento y no tiene el soporte multidimensional adecuado para asentirla y consentirla. Con la negación se pospone una realidad hasta contar con la capacidad suficiente para su asimilación.
- Es proverbial el “valor” del sereno fluir temporal como elemento imprescindible del proceso del duelo, en el que no hay que “quemar etapas” y como posibilidad de serena aceptación.
- En el proceso del duelo, existe el “riesgo temporal”: quedar prisioneros del pasado, no atesorar en el presente y desacreditar el futuro.
- En el camino del duelo el pasado se idealiza, el presente se disipa y el futuro se desvaloriza.
- Hay que tener en cuenta el factor tiempo según los momentos o avances en la elaboración del duelo. Por ello se habla de duelo anticipado, retardado, crónico…
- Y sin olvidar uno de los mayores tópicos del duelo: “El tiempo lo cura todo…”[54].
[53] Estas categorías, sin embargo, cambian según épocas de la historia y ambientes socioculturales.
[54] «El duelo es lo que cada uno hace con su sufrimiento. No es una herencia encomendada al pasar del tiempo. ¿El tiempo lo cura todo? Ciertamente que el tiempo por sí solo no arregla nada. Esta pasividad puede llevarnos a un duelo crónico y hasta patológico. No basta un duelo puramente emocional, sino multidimensional», en M. Bautista – J. Martín, el duelo de los hermanos, san Pablo, Madrid 2018, 54.